Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







jueves, 27 de agosto de 2009

La locura controlada II



por Bernard Dubant y Michel Marguerie


Mi risa -dice Don Juan- como todo cuanto hago, es real. Pero se trata también de locura controlada, porque es inútil. No cambia nada y, sin embargo, yo siempre río. No habiendo nada más importante que cualquier otra cosa, el guerrero escoge cualquier acción y la ejecuta como si le importase. Su locura controlada le hace decir que concede importancia a lo que hace, le hace actuar como si cada acción la tuviese verdaderamente, y, sin embargo, él sabe que no la tiene. De esta manera, puesto que ha realizado sus acciones, se siente en paz. Que sus acciones hayan sido buenas o malas, acertadas o no, no le concierne en manera alguna.

La locura controlada hace que el guerrero no se ate a nada: Él ama aquello que quiere, pero se sirve de su locura controlada para no interesarse... Amar a la gente o hacerse amar por ella no es lo único que podemos hacer en cuanto que hombres. Este amor que nos tira de las orejas no es sino una forma de vampirismo. Amar lo que se quiere y no atarse es también no atar a quien se ama: es la manera más noble de amar. El guerrero puede dar curso libre a sus sentimientos a condición de que no crea, es decir, que no se ate. Sus sentimientos son su locura controlada, deseo sin deseo, y él pasa a otra cosa sin dejar la menor huella.

Y Don Juan añade que su locura controlada se aplica sólo a sí mismo y a sus semejantes. En suma, la locura controlada permite pasar a través de la locura de sus semejantes sin ilusión, sin apego; sirve, dice Don Juan, para poder reír siempre.

(Una intuición próxima a ésta se encuentra en un escritor como Jacques Vacher: el humor -escribe- es la sensación de la inutilidad teatral y sin alegría en absoluto. El humor tal como se experimenta es distinto de la jovialidad benevolente o malévola de los hechiceros negros. Esto es ya una visión de la falta de importancia de las cosas.)

El guerrero, no perteneciendo ya al mundo y a sus semejantes, escoge, sin embargo, ejercer y, en apariencia, actuar como ellos. La única diferencia radica en que él equilibra su espíritu controlando su locura, mientras que los hombres en general mueren locos.


Bernard Dubant y Michel Marguerie
(1981)

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Imagen:
- "Painter's Kitchen"
- por Jacek Yerka

3 comentarios:

  1. gracias por compartir esto antonio!
    un abrazo

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  2. De nada, Leo.
    Me alegra que sea de tu interés.

    Un abrazo.

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  3. Antonius:

    Esto se va poniendo mejor cada vez, aunque no por ello menos complicado... Insisto, estña duro de roer, pero tiene aspectos absolutamete fascinantes e intrigantes. ¡Qué importante es volver a las viejas lecturas que nos dejaron alguna huella! Con el paso del tiempo, se "calibran" de otro modo.
    Por ejemplo, en esta ocasión me quedé totalmente clavada en este fragmento:

    "Amar a quien se quiere y no atarse es también no atar a quien se ama: es la manera más noble de amar."

    ¡Cuánta sabiduría, cuánta madurez y lucidez para escribir esto!
    Y si bien sé que es difícil, muy difícil, tengo también la seguridad plena de que es posible. ¡Benditos los que han llegado a este nivel en el amor!
    No recordaba haber leído esto, fue hace tantos años que tuve ese maravilloso librto entre mis manos... y sin embargo, ahora veo que algo de semilla sí que me dejó dentro.

    GRACIAS, estepario y feliz Lobo, por refrescarme la memoria!

    Cariños

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