Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 14 de octubre de 2012

La llave de su templo...




Viendo que mi entrada de "La diosa del absurdo" lleva varios días apareciendo en el apartado de 'entradas populares', me ha apetecido volver a leerla, y allí me he encontrado con muy buenos comentarios. Entre ellos escojo y copio el primero, que es de la amiga Cristalook, al cual añado mi contestación. Y lo hago porque tanto mi escrito, que es de hace más de veinte años, como los comentarios que siguen, dan en la diana de este presente que ahora me toca vivir.
Es cuando menos curioso comprobar que, después de tantos años, ciertos asuntos vitales se repiten. Seguramente porque no han sido resueltos y vuelven una y otra vez, reclamando una solución. La verdad es que no es nada fácil escapar a esa rueda del absurdo. En mi entrada escribía lo siguiente:

"Reconozco en mí la existencia de dos fuerzas antagónicas que, logicamente, chocan entre sí. Una quiere romper, la otra conservar. Una quiere saltar las barreras e intentar un vuelo imposible y mágico sobre el abismo. La otra, sin embargo, quiere guardar las formas, el grato y pacífico sabor de lo conocido, y mantener una vida sedentaria y tranquila, sin grandes problemas, amante del detalle, de lo delicioso y lo bueno, pero temerosa de todo aquello que brilla en medio de la noche de una forma extraña e inquietante."

Bien, pues estas dos fuerzas siguen ejerciendo la misma influencia sobre mi vida. Con lo cual me sigo encontrando en medio del campo de batalla, sin que ésta termine de decantarse ni un sentido ni en otro. Llego a comprender que la solución, la paz entre estas dos fuerzas, vendría de la mano de eso que llaman "armonía entre contrarios", o algo así. Pero esta paz aún, a pesar del tiempo transcurrido, sigue sin llegar. Y la culpa de esto seguro que tiene que ver con esa otra fuerza, la tercera, de la que también hablo en mi escrito de 1990.
No, aparte de ciertos momentos especiales, no he descubierto aún dónde guarda la diosa del absurdo la llave de su templo. Seguro que está oculta en algún viejo y oscuro pliegue, entre una sombra y otra del laberinto, y es muy difícil de encontrar. Pero debo hacerlo, debo arrancarle del pecho la medalla de su poder. Sólo entonces podré tener una vida tranquila y amable, pero sin temor a cruzar el puente, sin miedo ante el vuelo de lo imposible...


Antonio H. Martín 

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 Cristal00k dijo...

Dejando aparte la calidad literaria de tus textos, que siempre raya la excelencia, los tienes como este, que sobrecogen el ánimo, amigo.
Creo que todos, del primero al último de los que por aquí nos acercamos, hemos tenido en algún momento, ese sentimiento ambivalente de vida derramada en el abismo de los días sin sentido, mientras parece que a lo lejos se vislumbra ese mágico puente que mencionas en tu escrito de hoy y que siempre parece estar fuera de nuestro alcance.
Vivimos, la mayor parte de las veces, aprisionados en un presente que sueña con un futuro ideal que siempre está y estará por llegar. Y mientras "no llega", se suceden los días, los años, la vida... tal como dices.
Leía no hace mucho en algún sitio que ahora no recuerdo, que no sé porque habríamos de preocuparnos del sábado, si no sabemos si llegaremos al viernes. Y me pregunto ¿qué extraño mecanismo emocional del ser humano, a pesar de saber esto, nos induce a actuar pensando en el capítulo posterior al que estamos escribiendo?
Pero sea como sea, a pesar de la limitada percepción humana, la consciencia de ese estado es quizás un primer y tímido paso para arrancarle esa medalla a tu diosa del absurdo y atravesar ese puente sin que nos atenace el miedo del "intento baldío". Nos atrapa, la certidumbre de una mal entendida seguridad, que ni siquiera nos sustrae de esa sensación de fracaso que tan bien describes. ¿Porqué entonces, no cruzar ese, y todos los puentes que se nos presenten para abandonar las sombras?
Inexplicable ¿verdad?
Espléndida y lúcida entrada, Antonio.

(9 de febrero de 2011)

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 Antonio H. Martín dijo...

Estoy de acuerdo, amiga Crystal:
el de la consciencia es un primer paso, no sé si tímido o no, pero desde luego absolutamente imprescindible. Quien no es consciente de su estado, de su carencia, de su encierro, nunca imaginará siquiera la necesidad de dar ese paso, y, por supuesto, nunca lo dará.
Creo que eso que denominas "extraño mecanismo emocional" tiene su razón de ser en la circunstancia de que no vivimos el presente de forma satisfactoria. Es decir, nuestro presente no nos llena, sentimos que se nos escapa de entre las manos como agua, y por eso nos gusta imaginarlo en un futuro más o menos cercano... Es nuestro modo, muchas veces desesperado, de creer en un sentido de nuestra vida, más allá del absurdo cotidiano que nos embarga.
Es muy cierto que desconocemos si vamos a llegar al viernes, pero aun así nos preocupamos del sábado y hasta del domingo. ¿Por qué? Porque lo necesitamos. Necesitamos creer en una extensión temporal lo bastante larga para que quepan en ella las mejores posibilidades, y su realización. Eso que el crudo presente parece negarnos continuamente.
Los seres humanos, cada uno en su nivel personal, tenemos el íntimo deseo de conseguir lo que anhelamos, y elegimos creer en que algún día la vida se fijará en nosotros, y que de una forma u otra lo lograremos. Ante la fuerza de este deseo, nos importa muy poco el calendario de la incertidumbre. Y nos decimos: si no es hoy, será mañana o pasado mañana.
No creer en ello, mirar a la vida estadísticamente, asumir la no consecución del sueño, dejarse derrotar por el vacío devenir de los días, es entrar en un vórtice peligroso que suele llevar a la destrucción; a eso que algunos llaman "muerte en vida".
Así que, amiga, aun a riesgo de parecer ilusos, nos gusta mucho pensar en ese sábado que no sabemos si llegará.
Está en la naturaleza humana el "cruzar puentes"...
Gracias por tus palabras, Crystal, pero la verdad es que me suenan muy raros términos como "calidad literaria" o "rayar la excelencia" en referencia a mis escritos. Sinceramente, no creo que mis letras se merezcan ni de lejos esas calificaciones. Es más: te aseguro que nunca he escrito nada con pretensiones de literatura, y si alguna vez ha dado esa impresión alguno de mis textos, sería porque andaba un poco jugando con las palabras y dí en la diana por casualidad.
En cambio, lo que sí te acepto y me emociona es eso que dices de que "sobrecogen el ánimo". Así entiendo yo mis escritos, como un diálogo íntimo que intenta remover el fondo en busca del tesoro.
Un gran abrazo, hada.

(9 de febrero de 2011)

2 comentarios:

  1. Hola, Antonio:

    Recuerdo esa entrada, que me gustó especialmente. Nada puedo añadir a lo que ya entonces escribí en este Cuaderno, que no sea que poco cambiamos a lo largo de los años. Quizás porque el tiempo, si es que existe... se vive siempre en presente. Quien sabe!

    En todo caso, la búsqueda de cierto equilibrio que nos permita manejar esas dos fuerzas antagónicas que mencionas y que creo nos manejan a todos en algún momento del camino, es lo único que da sentido al mismo. Probablemente lo único que nos salva de la oscuridad total.

    Muchas gracias por citar, aunque sea inmerecidamente, mi comentario y un abrazo, amigo.

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  2. Hola, Cristal.

    Cambiamos poco, sí, pero hay cosas que deben cambiar. Es por eso por lo que sigo buscando esa llave.
    Si consiguiera ese equilibrio entre fuerzas, seguro que mi vida cambiaría positivamente. Pero para eso tengo que vencer primero a la tercera fuerza, que ha sido y es aún lo que me impide conseguir la paz.
    En fin, toda una lucha buscar esa maldita llave, pero la encontraré, y entonces entraré en esa parte recóndita del templo donde duerme la diosa y le quitaré su poder.

    A ti, amiga, hay que citarte siempre. Recuerda que eres una "fuente"...

    Un abrazo.

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