Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







domingo, 30 de noviembre de 2014

Volver a casa




Volver a casa

(Walking through a strange world)


«Tú mismo determinas la calidad de tu luz, cuando escoges tus pensamientos y cuando seleccionas qué corrientes emocionales debes abandonar y cuáles reforzar. Determinas así los efectos que conseguirás sobre los demás, y la naturaleza de las experiencias de tu vida.»

Gary Zukav
(El lugar del alma - 1989)



    Algunas veces me da por pensar que la vida es un largo viaje por un mundo extraño, y que morir quizá sea como volver a casa. Pero otras veces pienso lo contrario... ¿Qué determina el pensar una cosa u otra? No lo sé ahora con exactitud, aunque alguna idea tengo al respecto. Una cuestión sí está clara: que hay que hacer aquello que uno quiere hacer. Lo que siente que debe hacer. Sin pensar en si mañana estará o no en el mismo lugar. ¿Por qué?

    Porque si no lo hacemos así, es cuando el tiempo y el lugar se nos vuelven extraños. Y cualquier otra cosa que hagamos, fuera de esa tesitura, será como si estuviéramos presos en una cárcel, de la que esperamos salir algún día. Es decir, que viviríamos en un tiempo muerto. Lo cual es un error. Porque ningún tiempo está «muerto» en realidad. Lo que a veces sucede con nuestro tiempo es que lo «matamos» sin saberlo. Así que, aunque el lugar no nos guste, y los que nos acompañan tampoco, hay que limpiar y ordenar la casa. Y caminar por los senderos que tenemos a nuestro alcance. Porque no hay nada, de momento, fuera de eso. Nada a lo que podamos acceder.

    Respirar el fresco aire del ahora. No el rancio aire del pasado, ni el aire aún inexistente del mañana. Porque ninguno de ellos es en realidad aire, sino sólo sombra y ensueño. A los ecos y a los anhelos les falta oxígeno. No sirven para respirar. No valen para vivir. Limpiar y ordenar la casa que no queremos y andar esos caminos que no nos gustan, colocarán a la conciencia en el tono apropiado. En el fondo, con ello estamos limpiando y ordenando nuestra mente. Andando nuestros propios caminos interiores.    

    La calidad de la luz depende únicamente de nuestros pensamientos y de nuestros actos. No del caos o de la armonía que, eventualmente, encontremos alrededor. La casa, ese hogar que anhelamos, está en nuestro interior. Y el «mundo extraño», no es más que un campo desierto que espera que plantemos las semillas que llevamos dentro. A cambio, puede que él nos muestre alguna gema escondida, de esas que guarda celosamente para algunos caminantes... Los que dan el salto, y se aventuran más allá de las oscuras jaulas de la normalidad. Pero mientras tanto, debemos tener nuestra nave a punto, sea ésta la que sea. Porque sin ella no podremos navegar.    
    
    De modo que la casa no está sólo allí, en un horizonte lejano del futuro, o en un antiguo y perdido edén. Sino también aquí. Porque la auténtica casa, el hogar, es el alma. Por encima de cualquier otra cosa. Más allá de cualquier historia.

    Sólo es posible encontrar la magia de la vida entregándose al camino, sea éste del color que sea. Mirando hacia dentro, cuando no sabemos aceptar y amar lo que vemos fuera. Es esa mirada interior lo que nos permitirá ver la verdad oculta tras las sombras. El mensaje alado bajo las terrosas palabras. La música tras los muros del silencio y las espinas del ruido. Ese raro dibujo que suele esconderse y difuminarse entre paredes de niebla. Sinuoso, esquivo y brillante. Y hará nuestro el tiempo extraño. Pondrá luz, la de nuestra mirada, que es un reflejo de la otra, en lo oscuro e incomprensible. Moldeando el caos. Pintando con el pincel de los sueños las esquinas y fachadas del mundo. Aclarando con una sonrisa los tristes pozos del vacío.
    
    Hace años, solía escribir en mi viejo cuaderno lo de «mañana es ahora»... Y sabía muy bien lo que quería decirme. Esta noche me digo lo mismo, entre paredes frías que voy calentando poco a poco. Y ya no espero más el mañana. Quizá es sólo una especial forma de verlo. Un intento de la conciencia por suavizar las sombras. Por poner cascabeles al áspero gato de lo absurdo. Pero el aire sabe diferente, más fresco y claro.

    La lámpara está encendida. Con eso me basta.

     

Antonio H. Martín 
(30 de noviembre, 2014)
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(Dedicado a la dama Almudena, en el día de su 50 cumpleaños, que espero pase felizmente en compañía de los suyos.)







          

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imagen 1: El instante en que sabemos quiénes somos - autor desconocido
imagen 2: Woman on a Path by a Cottage (1882) - John Atkinson Grimshaw
música: Le Singe Bleu - Vangelis


3 comentarios:

  1. Hay dos frases que, aunque suenan a tópicos, expresan perfecto lo que dices:
    "Home is where the heart is", o sea, el hogar está en donde está el corazón. La otra, creo que también se aplicaría a tu caso específico: "El hogar está en donde están tus libros".
    Ambos me gustan, y se aplican bien a tus palabras.
    ¡Ah! Y también una canción de Harrison, "The Inner Light", se refiere a esto cuando dice.

    "Sin salir fuera de mi puerta
    Puedo conocer todas las cosas de la tierra
    Sin mirar fuera de mi ventana
    Podría conocer los caminos al cielo

    Mientras más lejos viajamos
    menos sabemos...
    realmente sabemos menos.

    Sin salir fuera de tu puerta
    Puedes conocer todas las cosas de la tierra,
    Sin mirar fuera de tu ventana
    Podrías conocer los caminos al cielo.

    Llega sin viajar
    Vélo todo sin mirar
    Haz todo sin hacerlo"

    http://youtu.be/BXu9SzL2Gig

    Un gran abrazo, Amigo Antonio

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  2. Por cierto, la letra de esta canción procede del Tao Te King, Cap. 47.
    (Y he de decirte que estoy pintando un cuadro sobre ella).

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    Respuestas
    1. Hola, amiga Liz.
      Me sonaba esa letra, efectivamente, al Tao Te King, pero desconocía que Harrison hubiese hecho una canción basada en ella.
      Será un tópico, pero es una realidad incuestionable lo de que el hogar está donde está el corazón. Y tras el corazón se halla, por supuesto, el alma, cuya luz está en contacto con la luz de las estrellas, las visibles y las otras...
      El capítulo 52 del Tao Te King termina así:

      "Ver lo pequeño es tener vista clara;
      Conservar lo débil
      Es poseer verdadera fuerza;
      Utilizar la propia claridad
      Y retornar a la verdadera luz
      Es lo que se llama
      Aplicarse a lo que es constante
      Y vestir el manto de la Eternidad."

      No exagero nada si digo que ardo en deseos de ver concluida tu pintura sobre esa canción.
      Gracias por tu inestimable visita, querida amiga. Un abrazo luminoso.

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