Aquí escribo,
al filo de la noche,
en este cuaderno de cristal
y humo,
para ahuyentar las sombras.


Con la ventana abierta,
por si viene el pájaro
del sueño.

AMB







miércoles, 10 de febrero de 2016

Más allá de este sueño




    Suelen decir los escépticos aquello de que la muerte es algo definitivo, de que no existe ningún más allá y que después de cruzar el umbral la persona desaparece para siempre en la nada... 
    Yo, sin embargo, sin encerrarme en el escepticismo (ni tampoco en creencia alguna), me inclino a pensar que lo que en verdad ocurre no es que el yo desaparezca en la nada, sino que se diluye en el todo. Es decir, que lo concreto abandona su forma temporal y se reintegra en lo abstracto de donde surgió.
    De esta manera, la conciencia sigue viva más allá de la muerte. Ya no se llama María ni Martín, ni Lucía ni Pedro, ni Juana ni José, pero continúa existiendo dentro de la corriente universal, como una gota de agua en el ancho y profundo río de la vida. Para quizá, en algún otro instante del tiempo, volver a concretarse en una nueva forma. 
    ¿Recuerda esa gota, mezclada con el infinito, la vida personal que tuvo antes? ¿A los seres a los que amó y los lugares en que vivió? Seguramente sí, pero ya desde fuera de la ego-burbuja en la que estuvo encerrada durante esa existencia.
    
    Si me leyese algún escéptico, en seguida concluiría que esto que digo es otra simple proyección del deseo de continuidad. Pero lo digo desde una sencilla lógica objetiva, no como resultado de deseo personal alguno.
    Al igual que se afirma que la energía no desaparece sino que se transforma, mi modo de mirar y pensar me dice que es muy probable que suceda exactamente lo mismo con la conciencia.
    Cuando termina un camino siempre nos encontramos con algo, nunca con nada. Puede ser la ciudad o el pueblo que andábamos buscando, un valle, un bosque, un prado, un río, un lago, un mar, un desierto, una montaña, o el comienzo de otro camino, de otro nuevo sueño... Nunca con nada.
    El viaje de la conciencia, de una forma u otra, continúa hasta el infinito.


Antonio H. Martín
(10 de febrero, 2016)


    




1 comentario:

  1. Una opinión válida y respetable como cualquier otra, pero no la comparto. La conciencia humana me parece demasiado pequeña, algo pasajero y en muchos casos insustancial, poco valioso como para aspirar a esas eternidades. Pero en fin, es una manera de verlo.

    Vi hace poco una película del recientemente desaparecido Robin Williams, "Más allá de los sueños", que trata de este tema, y la verdad... ¡me pareció una pura fantasía! No creo que el universo sea tan atento para con nuestras personalidades ni esté tan pendiente de nuestros sentimientos. Muy 'cristianizante' o muy 'catolicona' me pareció la película, demasiado diría yo.

    No soy creyente ni atea, ni afirmo ni niego, tampoco soy escéptica, pero me siento sanamente agnóstica. Y esto también es una cuestión de lógica.
    Aunque es muy probable que después de este camino haya otra cosa, quizás otra historia, me suena muy raro el que sea aquello que nos gustaría...
    Somos libres de creer que más allá de este sueño hay otros sueños, y también de creer lo contrario. La certeza en cualquiera de los dos sentidos parece que es imposible. Así que habrá que esperar.

    Saludos desde el más acá :)


    Minerva

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